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¿Cómo incluir a los países de Iberoamérica en los objetivos de desarrollo sostenible?

Fuente: Wikipedia

¿Hambre cero? ¿Paz, justicia? Imposible de lograr hasta el 2030 en América Latina sin cooperación sur-sur, opina Rebeca Grynspan, secretaria general de la Segib. DW habló con ella en Bruselas.


Para lograr en 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los países de América Latina van a necesitar de la cooperación internacional. Pero los criterios de la OCDE son claros: los fondos de «ayuda oficial al desarrollo” –a los que los países desarrollados se comprometieron, sobre el papel, en 1980 a aportar el 0,7 por ciento de su PIB- se destinan a países de bajos y modestos ingresos. Y pocos quedan de ellos en América Latina.  La UE –el mayor donante de ayuda al desarrollo-  mantiene su cooperación sólo con seis.

No obstante, la pobreza, la desigualdad, la violencia, los claros y oscuros entre el mundo rural y el urbano  siguen allí, a pesar de su alto PIB y de que, incluso, algunos de ellos están buscando un asiento en la sala de los más desarrollados. En el marco de los European Development Days, DW conversó al respecto con Rebeca Grynspan, secretaria general de la Secretaría General Iberoamericana (Segib).

DW: La situación no pinta bien para la cooperación tradicional norte-sur en América Latina ¿Debemos enfocarnos ahora más en la sur-sur?

Rebeca Grynspann: No. Hay que incentivar la cooperación sur-sur, pero no se trata de sustituir la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), hay muchos países que la necesitan. Nosotros más bien defendemos que que los países cumplan con el compromiso de destinar a la AOD el 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Estamos abogando también por adaptarnos a la Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para lograrla hay que complementar el tema de la cooperación con instrumentos adicionales que no excluyan a los países de renta media.

Estamos en las jornadas que la Comisión Europea dedica al desarrollo. América Latina está casi ausente. ¿Esta exclusión se debe a que la mayoría cuentan como países que ya no requieren de cooperación?

Sí. La Unión Europea y la Comisión desarrollaron instrumentos adecuados en su momento. No se trató solo de la ayuda bilateral. Incluyeron para los países de desarrollo relativo (no me gusta llamarlos de renta media) instrumentos que permitían ventanas temáticas de cooperación y programas regionales, ambos muy valiosos para América Latina. También comenzaron a desarrollar cooperación combinada, donde había recursos sin cargo financiero con recursos de crédito (blending).

Nuestro problema ahora es que ya no tenemos solo países de renta media, sino países de ingresos altos. Y la región no tiene acceso a ninguno de los instrumentos. Los pone en una situación de desventaja enorme con respecto a los objetivos de desarrollo sostenible.

¿Qué eco tiene este planteamiento en la UE?

Ha habido una discusión en un nuevo informe que se llama «Consenso por el desarrollo», donde se reconoce la necesidad de discutir este tema. No llegan a ninguna propuesta específica, porque hay diferencias entre los países dentro de la UE. Se hace imperativa una conversación racional, sin el prejuicio de que América Latina quiere competir por los recursos que países más pobres necesitan.

A este respecto, ¿hay consenso entre los países que integran la Comunidad de Estado Latinoamericanos y Caribeños (Celac)?

Sí, fue tema en la resolución de Belén-Costa Rica, en enero de 2015. También de la resolución de la Cumbre iberoamericana en Cartagena. Se trata de ampliar el insuficiente criterio del producto interno bruto per cápita con otros indicadores . Nosotros, el Centro para el desarrollo de la OECD y la Cepal, estamos trabajando el tema.

Uno de los pilares de la Agenda 2030 es la paz, la seguridad y el buen gobierno.  ¿Cómo lograr esos objetivos en países como Honduras, El Salvador y Guatemala? ¿En el mismo México?

Con toda sinceridad, creo que no es un problema sólo del Triángulo Norte en Centroamérica., también en América del Sur tenemos un incremento importante de la inseguridad ciudadana. América Latina tiene una gran ventaja: no hay ningún país en este momento, después del acuerdo de paz de Colombia, que esté involucrado en un conflicto armado, interno o externo. Pero los problemas de violencia de género y de inseguridad ciudadana siguen transversales en la región. Es más, la inseguridad ciudadana tiene como base el crimen organizado. Para combatirlo se requiere de un abordaje internacional y de cooperación entre países para poder hacerlo efectivamente.

En cuanto a la cooperación entre países del sur: Venezuela fue pionera en la cooperación instaurando su programa de suministro de petróleo. La situación ha cambiado…

Lo que hizo Venezuela hacia países que tenían problemas con su factura externa, especialmente en el Caribe, fue un acto de gran generosidad. El Caribe es la zona de América Latina que sigue mostrando un enorme peso de la deuda externa sobre sus economías. Su estrangulamiento externo le impide acometer las tareas del crecimiento. La ayuda de Venezuela fue muy importante, pero con la situación actual no es posible ese nivel de cooperación.

Otro ejemplo de cooperación sur-sur ha sido Cuba y su exportación de médicos hacia Venezuela, Bolivia….

… y Brasil también. También en Haití. Toda la red de salud preventiva y lo que se hizo después del terremoto y la epidemia de cólera en Haití no habría sido posible sin los médicos cubanos, que fueron los que estuvieron directamente en contacto con la población. Es más, en Cuba se han entrenado muchos de los médicos haitianos. Con sinceridad, yo que lo he visto de cerca puedo decir que es un programa extraordinario, de gran valor y muy querido por la población y las organizaciones internacionales.

El otro país de América Latina que se ha encargado de cooperar ha sido Brasil. En este momento, por cambio de paradigmas en el gobierno, se ha recortado recursos. ¿Cómo ve usted este cambio?

Efectivamente, dada la crisis económica, Brasil ha tenido que cortar algunos de los fondos de cooperación sur-sur. Pero sigue siendo, en el caso iberoamericano, uno de los principales países a este respecto en la región. En el último informe constan 98 proyectos de cooperación sur-sur en un año. Debe ser un 15 por ciento de toda la cooperación sur-sur.

Nos falta el otro bloque de América Latina, ¿cómo se ve la cooperación sur-sur a nivel de la Alianza del Pacífico?

La llaman programas horizontales de intercambio de jóvenes y de educación. Estamos siendo invitados a Cali al Foro empresarial para hablar de nuestros programas de intercambio y movilidad académica para tratar de incentivar la participación del sector empresarial en su financiamiento.

Volviendo a la cooperación norte-sur, nos enfrentamos al anuncio de que Estados Unidos va a recortar los fondos para este rubro. ¿Cómo lo ve usted?

Es muy preocupante. Estados Unidos ha sido uno de los principales países no sólo en la cooperación obligatoria, sino también en la voluntaria. Especialmente a las agencias de Naciones Unidas como Unicef, como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, como el Programa de Refugiados, el de Alimentos, todos ellos tienen una contribución muy importante de Estados Unidos. La ayuda humanitaria sufriría enormemente si se concretan los recortes anunciados.

Por último, ¿por qué, a pesar del compromiso internacional con la Agenda 2030, se recortan fondos? ¿Será que la cooperación ya no es tan sexy?

Sí, ¡qué pena!, ¿verdad?

 

Nota original en DW.

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