Quién, cómo, dónde y por qué se invierte en acciones sociales no son preguntas que puedan responderse fácilmente en la Argentina, en donde escasean estadísticas oficiales confiables. Por eso, el Grupo de Fundaciones y Empresas (GFyE) y la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI) se propusieron hacerlo en el Estudio de Inversión Social Privada Local y Cooperación Internacional, presentado en forma reciente. Allí, 65 fundaciones y 361 empresas responden a esa pregunta y, al hacerlo, crearon un mapa sobre proyectos, áreas y grupos de interés del sector privado y fundaciones.
Respecto a estas últimas, el informe revela que las fundaciones no son nuevas, sino que 48,3% tiene, al menos, 20 años de existencia. Sin embargo, el origen de sus fondos está muy poco diversificado. Un 73% de las fundaciones se financian con aportes de empresas, en tanto que 22,2% lo hace a través de actividades propias. Le siguen legados (11,1%), servicios propios (9,5%), fundación internacional (6,3%) y familias (3,2%).
En lo relativo a las empresas que invierten en causas sociales, 78% tienen más de 20 años, lo que supone una poca penetración de start-ups en el tema. Sin embargo, la Inversión Social Privada Local (ISPL) está gestionada por áreas específicas de RSE (78% tiene una) o por los departamentos de Relaciones Institucionales (56,1%). Asimismo, los instrumentos de RSE también están enfocados en perspectivas generales, no especializadas. El instrumento de medición de RSE más importante para las compañías, dice el estudio, es el Pacto Global (75%), seguido por el Global Reporting Initiative (GRI), el estándar de reportes sociales.
El informe muestra cómo se profesionalizó la inversión social privada, con áreas completas en las empresas dedicadas al tema y profesionales con formación específica, destaca Carolina Langan, directora Ejecutiva del GDFE. Explica que hubo un boom (de la RSE) tras la crisis de 2002, que disparó acciones reactivas y dispersas por parte de las empresas aunque, con el paso del tiempo, si bien hay avances, la agenda y las acciones no se han terminado de coordinar.
En qué se invierte
El reporte muestra que la ISPL, a más de una década de la crisis de 2002, sigue privilegiando las temáticas tradicionales, es decir, vinculadas a las necesidades básicas de las personas y que, en países desarrollados, es potestad del Estado suplirlas. Entre las empresas, el ranking de temas de inversión está liderado por Educación, con 69,8% de las empresas, operando en ese campo. Luego, aparece Reducción de pobreza e inclusión (43,5%), Medio Ambiente (41,6%), Salud (36,2%) y Fortalecimiento de la Sociedad Civil (29,2%).
La preferencia en estos campos impacta negativamente en otros temas de relevancia, como Reforma del sector público y gobernabilidad, Transparencia y lucha contra la corrupción, Justicia y seguridad, Economía y Ciencia y tecnología, campos en los que casi ninguna empresa, nacional ni extranjera, invierte recursos, según dice el informe.
En los últimos años, dentro de los temas principales de educación y pobreza, han aparecido subtemáticas. Además, han aparecido áreas como el fortalecimiento de la sociedad civil, emprendedurismo o negocios sociales e inclusivos, dice Langan. Considera que esto no está mal, pero deberíamos ir hacia un plan estratégico social, en donde se coordinen y definan temas basados en las necesidades de la agenda social.
Cómo nacen los proyectos
El reporte advierte que las empresas, en su mayoría, realizan «donaciones en especie» (86%) y, en menor medida, de fondos (49%), becas (32%) y premios (11%). Asimismo, las inversiones se suelen realizar por proyecto (94%) y no en forma continuada. Sin embargo, casi siete de cada 10 empresa intervienen para el fortalecimiento institucional de las organizaciones intermedias con las que trabajan.
El GDFI también indaga sobre cómo surgen los proyectos: la mayoría nacen de las mismas empresas o de pedidos de ONG.
Pedro Ylarri
Fuente: Cronista.com, disponible en línea.
Comentarios recientes